Luchamos contra todo, también contra el fuego

Con el olor a cenizas en el aire, la sensación más grande de incomprensión que nunca antes experimente y una inmensa tristeza y dolor, me siento delante de este medio para escribir.
Desconozco quién gana con esta oleada de incendios, pero sí sé que todos perdemos, algunos pierden parte de su identidad, otros su lugar para pasear, otros perdemos nuestro pasado, nuestro presente y nuestro futuro. Detrás de cada incendio se van vidas, plantas, arbustos, árboles, y miles de animales, desde los que se ven hasta los que habitan el subsuelo. Pero con la pérdida de un bosque, perdemos recuerdos, perdemos lo que plantaron y gestionaron nuestros mayores, perdemos la posibilidad de vivir en nuestro entorno, y perdemos posibilidades para el futuro en todos los ámbitos.
Detrás de un fuego viene lo peor, animales desplazados en busca de un nuevo hogar que saturan los hábitats cercanos. Pero hay muchos animales y plantas, muchas casas, elementos arquitectónicos y tesoros etnográficos que no pueden huir. Cenizas, suelos inertes, erosión, las cenizas acabaran acumulándose en arroyos y ríos y acabaran dañando también a todo lo que vive dentro de nuestros ríos.
No tengo palabras para agradecer a todos los nos llamasteis y escribisteis, a mí y a todos los de nuestra zona, Asturias, Galicia, Portugal. No estamos solos ni somos pocos los que sentimos que esto debe cambiar YA. Debemos movilizarnos como sociedad para exigir el endurecimiento de las penas por delitos ambientales y para recuperar lo que algún malnacido nos quitó por propia voluntad.
Siento orgullo y admiración por los que luchan, por los que creen y por los que no se rinden. A todas esas manos que ayudan cada día por conservar nuestro medio rural y que hoy combaten un insensible incendio, quiero agradecerles su constancia e ilusión. Son en esta lucha diaria, aliados, compañeros y amigos del que escribe. A ellos van dedicadas estas palabras.
